Silverman

El hombre de plata caminó por el filo.
Los ojos podrían darse la vuelta
y en ese caso
nos encontraríamos. Y sería otro tiempo.
La hierba verde igual y la roca desnuda
pero nosotros dibujados en otro hueso.
A veces llegan nubes de allí o viento de allí
y sé que todo está ocurriendo ahora.

Silverman se pone nervioso. Me mira
como si yo supiera y a la vez no supiera leerle
o como si yo pudiera darle de comer
como si las alas no se hubiesen pegado
o el pan no estuviera duro.

Me mira y hace como si sus secretos quedaran
a salvo en mi boca. Porque aquí dentro
ya no serían secretos, ni serían suyos
ni brillarían tanto
ni a lo mejor hubieran existido
nunca. O sólo un rato.

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