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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Domingo, 5 de la tarde, otoño, viento sur.

Me asaltó la atmósfera invernadero que conozco de otras vidas. La recuerdo mientras un gato salta de la soledad del mármol a la crueldad transparente del cristal. No conocí ese lugar pero lo puedo oler, tan templado. Farolas redondas encendidas en el silencio de algún sitio interior dentro de alguna noche y dentro de alguna ciudad. Cercado de cristal y hormigón. Vegetal. Plagado de plantas grandes y nocturnas. Trópico incongruente. Palmeras extrañas y frutales ahogados respirando un aire demasiado quieto entre hojas inmóviles. Y algo que va a pasar. La tragedia escondida en la maleza. Una pantera, un asesino, un incendio… o nada. Quizá sólo mi propio corazón.

Camareros transparentes

Cuando yo era camarera todos aquellos días de papel todos aquellos años que se seguían unos a otros como cuentas de un collar, yo no era consciente de mi naturaleza translúcida. Ahora lo veo, más allá de ellos.   Los camareros transparentes no saben que lo son. Se oyen gritos al fondo. Me ponen nerviosa. Saco mi periscopio desde donde se hace este tejer. Siempre es en el agua. Siempre está mojado abajo. Siempre huelen a mar mis palabras. Sólo agitación ajena roja. Ahora puedo volver a sumergirme mientras los ruidos van llegando cada vez más acolchados y los hilos transparentes de las cosas brillan y bailan con esa cadencia dulce que hace que se unan, se separen, se unan y al final todo se mezcle. Gente   flotando, bebiendo, flotando. Derramándose.

Multiversos

Resulta que llueve y de repente me he empezado a sentir sola. Con una soledad ajena, robada a otra yo. Ella se preguntará por esos ecos que le acarician los oídos pero enseguida ya se habrá abandonado a tu saliva. La envidio escuchando tus ojos grandes tristes hablándole mientras le haces el amor de esa manera tuya que yo no conozco pero adivino. Ella sí se alegrará hoy de la lluvia. Música de agua para tu fantasma. Y se preguntará qué son esos ecos que casi puede oír. Por qué algo ha mutado de golpe y el día se ha hecho carne. Ella también vive otras cosas que no me pertenecen, pero yo la oigo a través de la vida porque las dos te compartimos. Mientras ella te toca, yo te sueño.

No puedes ver estos fantasmas

You cannot see these phantoms. Tú no sabes del naranja y yo no quiero contártelo. Promete que no hablaremos del naranja, es privado. De los dos o tres colores que aún no se han creado olvidas el que más se te parece. Del azul plomo y su derivado nonato uno no llegó a ser porque mataron a Cronos. Pero yo lo vi a través de la noche en zoológicos dormidos en la certeza de que existen botones forrados en cuero en la decadencia de Italia desde la ventanilla de un avión en ceniceros de mármol. Es dura y rara esa certeza. Hay gente que se sienta en sillones de cuero marrón. Y esas cosas pasan en los lindes del azul plomo. Yo tengo que aguantarlas e intentar dormir. Porque cuando la policía vino tampoco  pasó nada. Pedimos perdón. Eso fue todo.