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Mostrando entradas de junio, 2018

Flores de carne

El domingo brilla como todos los domingos brillan siempre y yo me voy a lanzar semillas. Pero sin saber de qué son ni dónde enraizarán ni cómo llegarán a esos sitios tan lejanos que están escritos en ellas. Sólo las llevaré en el bolsillo y soplaré saldrán volando y el viento hará el resto la vida hará el resto y crecerán flores de carne. Alguien que las mire se preguntará brevemente cómo llegaron aquí y casi a la vez olvidará la pregunta porque la certeza de carne nos aplastará todas las dudas de golpe.

Luna en curso.

El hombre del tiempo ya había avisado. Esa tarde los pájaros se quedaron muy quietos. En el cielo había un triángulo de agua y yo me deje arrastrar a sitios de antes. Pero alguien los había dibujado y esta vez las líneas sin esquinas, suaves, claras me hicieron olvidar todas las uñas las palabras con puños y las manos con dientes. Sí, sí. El lobo estaba. Lo vi pasar, mirar, esperar fuera. Educado, paciente. Como es él. Silbando (un pie apoyado en la pared). ....bye, bye... miss american pie... Soltando cuerda. Ya iba yo saliendo cuando los pies se despegaron del suelo. Gravité. Y te encontré los ojos. Y te orbité (como la luna que soy, en el fondo. Pequeña y sola y gris pero valiente). Reconociendo todo el sol que eres. Dejando llegar el brillo y el calor dejándome hacer plata mutar zonas oscuras probar a qué distancia me pueden nacer flores sin cegarme, sin quemarme y sin caerme del cielo, a ser posible. Afuera el lobo aullaba. La geometría líquid

Chicas

Las chicas acodadas en los marcos apoyadas en ventanas y balcones nos asomamos con pereza de pez sobre la tarde triste. Y es domingo. Es el mismo domingo, a mediodía. Somos las mismas gatas aburridas con las uñas desconchadas y rojas. El Sol cayó como una losa de luz sobre los hombros de los hombres que quisimos. Nuestro asco es el mismo asco, repetido. Y olvidar es quizá tender la ropa.