Camareros transparentes

Cuando yo era camarera
todos aquellos días de papel
todos aquellos años que se seguían
unos a otros como cuentas de un collar,
yo no era consciente de mi naturaleza translúcida.
Ahora lo veo, más allá de ellos.
 Los camareros transparentes no saben que lo son.
Se oyen gritos al fondo. Me ponen nerviosa.
Saco mi periscopio desde donde se hace este tejer.
Siempre es en el agua. Siempre está mojado abajo.
Siempre huelen a mar mis palabras.
Sólo agitación ajena roja. Ahora
puedo volver a sumergirme mientras los ruidos
van llegando cada vez más acolchados
y los hilos transparentes de las cosas brillan y bailan
con esa cadencia dulce que hace que se unan,
se separen, se unan y al final todo se mezcle.
Gente  flotando, bebiendo, flotando. Derramándose.


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