Bebé
Tengo un bebé adentro. Es muy pequeño, apenas mide un centímetro, pero es muy fuerte. Me abre el pecho con cuchillos amarillos y me hace llorar llantos viejos. A veces más viejos que yo. De otras caras, de otro mundo de hierba y sol. Y soledades que no son mías me arden en la boca como un grito que alguien se hubiera tragado y hubiera quedado en algún rincón de nosotros, olvidado, entre las cosas de la casa, haciéndose invisible de tan visto. Estando siempre ahí, al lado de una cajita y una foto. Los hombres y mujeres que me trajeron aquí, todos lo llevaron dentro. Y ahora bebé lo quiere fuera. Quiere que suba al monte. Me hace ser un erizo del revés. Me hace caracol. Me cuenta que cuando yo medía así, sólo un centímetro, también la hacía llorar a ella. Para que saliera el grito heredado al mundo.