Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

A esa hora

A esa hora de la tarde como a las ocho en otoño que las nubes se ponen japonesas y rosa clarito te vas a parar vas a mirar al cielo y a respirar hondo. Si tienes suerte vas a estar en casa y solo. Así podrás llorar un poquitín. No mucho. Hinchar el corazón llenarte tú también de atardecer rosa clarito y soltar la presa que traías en los dientes. Soltar la pena perra que venías masticando. Dejar llegar la noche. Aullar un poco. Doblarte en dos. Sentir alivio cuando la oscuridad lo llene todo.

Silverman

El hombre de plata caminó por el filo. Los ojos podrían darse la vuelta y en ese caso nos encontraríamos. Y sería otro tiempo. La hierba verde igual y la roca desnuda pero nosotros dibujados en otro hueso. A veces llegan nubes de allí o viento de allí y sé que todo está ocurriendo ahora. Silverman se pone nervioso. Me mira como si yo supiera y a la vez no supiera leerle o como si yo pudiera darle de comer como si las alas no se hubiesen pegado o el pan no estuviera duro. Me mira y hace como si sus secretos quedaran a salvo en mi boca. Porque aquí dentro ya no serían secretos, ni serían suyos ni brillarían tanto ni a lo mejor hubieran existido nunca. O sólo un rato.

Pez

Sé que soy escurridiza como un pez recién pescado para ti. Pero con muchas agallas para ti. Sé que te ponen muy nervioso mis coleteos por sobrevivir. Y sé que te crees que quiero volver al río. Lo hago para ti. Para que no te aburra este juego continuo de pescarme. Pero desde que te vi en el agua, con esas botas verdes, abrí mucho la boca y, más bien, fui yo la que pescó tu anzuelo, cielo.

Luna nueva

Después de los días unidos por hilos pegajosos nos cayó la noche inmensa encima. Y nos mató de hambre y de frío. Y muertos dormimos en lo oscuro. Y desde aquí miramos la luna nueva invisible pasar y crecer el hilito de luz frágil que se podría partir como una rama seca. Y la dejamos crecer. Crecer un poco más para morderla.

Urano

Ya nos conocíamos. Eras el deseo de tormenta. La mirada en diagonal arriba y a la izquierda. Salir por la ventana y sentarse en el tejado de mi habitación de adolescente, cuarto piso. Estabas en mi pelo y en algunas palabras crujientes. En mi idea de Milán, mi idea del amor y en mi idea de mí misma proyectada hacia adelante. Dónde no se veía nada pero se oía este tin-tin de campanitas agitadas por el viento, pájaros de atardecer y el golpe de paz que de una vez dejaba todo en blanco.

Maternidad

No es como el sol, ni es como las cosas. Más bien, el efecto del sol en las cosas. Una piedra caliente, la piel rosa, el color rojo tras los párpados  o la luz reflectándose en el agua y bailando en la pared. Ser madre para mi fue sólo un poco.