Urano

Ya nos conocíamos. Eras el deseo de tormenta.
La mirada en diagonal arriba y a la izquierda.
Salir por la ventana
y sentarse en el tejado de mi habitación de adolescente,
cuarto piso.
Estabas en mi pelo
y en algunas palabras crujientes.
En mi idea de Milán, mi idea del amor
y en mi idea de mí misma proyectada hacia adelante.
Dónde no se veía nada
pero se oía este tin-tin de campanitas agitadas por el viento,
pájaros de atardecer y el golpe de paz
que de una vez dejaba todo en blanco.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Parque

Chicas

No puedes ver estos fantasmas