Miguel

Hubo un tiempo para dejarnos abrasar al sol
cuando la vida no parecía de hormigón
si no de otra sustancia más dúctil
y nosotros le hacíamos de todo.
La doblábamos, la retorcíamos
y no pasaba nada.
Yo te encontré ahí,
en medio de todo aquello,
como un raro diamante.
Y supe, lo supe de inmediato,
que nos íbamos a quedar juntos.
Así, sin motivo aparente.
Sólo porque alguna fuerza
inexplicable nos ligaba,
a pesar de nosotros,
a través de los años y los duelos
a aquel momento
y a aquella certeza de que
jamás habíamos estado solos

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