Bebé

Tengo un bebé adentro.
Es muy pequeño,
apenas mide un centímetro,
pero es muy fuerte.
Me abre el pecho 
con cuchillos amarillos
y me hace llorar llantos viejos.
A veces más viejos que yo.
De otras caras,
de otro mundo de hierba y sol.

Y soledades que no son mías
me arden en la boca
como un grito que alguien
se hubiera tragado y 
hubiera quedado en algún rincón
de nosotros, olvidado,
entre las cosas de la casa,
haciéndose invisible
de tan visto. Estando siempre ahí,
al lado de una cajita y una foto.

Los hombres y mujeres
que me trajeron aquí,
todos lo llevaron dentro.
Y ahora bebé lo quiere fuera.
Quiere que suba al monte.
Me hace ser un erizo del revés.
Me hace caracol. Me cuenta
que cuando yo medía así,
sólo un centímetro,
también la hacía llorar
a ella. Para que saliera
el grito heredado al mundo.

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